SAHARA LIBRE!!

Otro de los mejores momentos de mi vida, con diferencia es mi estancia en el Sahara. Siguiendo un proyecto que se lleva a cabo desde la universidad de Castilla-La Mancha, y junto a un estupendo grupo de compañeros, he viajado a los campos de refugiados Saharauis ya dos años consecutivos durante un mes cada viaje. Es un proyecto que se lleva a cabo con múltiples objetivos. Fundamentalmente, pretendemos enseñar el castellano en las escuelas de la zona. El castellano constituye un idioma que allí se imparte desde que los niños tienen alrededor de seis años. Los días que nosotros estamos con ellos, trabajamos nuestra lengua y proponemos actividades diferentes a las que ellos están acostumbrados. La metodología de trabajo allí es muy distinta a la que entendemos a día de hoy en Esp

aña.

Este es otro de los puntos que indirectamente se trabaja. Cada vez son más los maestros saharauis que quieren aprender de las formas de trabajo que nosotros cuando vamos les proponemos a sus alumnos.

Los niños, que en su mayoría carecen de todo tipo de material escolar, aprenden con entusiasmo y alegría. Previo al viaje, realizamos diversas campañas de material escolar y fondos económicos que nos permiten llevar material escolar para todos los niños de los colegios. De acuerdo con el presupuesto y material recopilado, cada años llevamos aquellos materiales que más creemos que se pueden necesitar: pizarra, libros, material deportivo (balones, cuerdas,…), dando preferencia siempre a los cuadernos, lápices gomas y sacapuntas.

Todo lo relacionado con la organización está muy bien, pero nadie puede imaginar los que se siente cuando sales de clase y un niño te coge la mano y te dice: “gracias por lo que me has enseñado” o te agradecen, como seguro que nadie te lo ha hech

o antes, que les des un lápiz o una goma. Ves en sus ojos la alegría cuando llegamos al aula con las cajas de material a las aulas.

Además es un pueblo envidiable en muchos sentidos. Conoces todo su entorno al segundo día. Son personas muy agradables y que te dan más de los que tienen. En la estancia allí vivimos con una familia que nos acoge en su casa, la forma en la que realimente vas a conocer cómo se vive allí, a las personas, el lugar, las emociones, los deseos o ilusiones que tiene y por los que luchan cada día,…

Allí, cada día es maravilloso, desde que te levantas y te diriges a la escuela, hasta que llega el final de la noche y la familia te enseña juegos de la zona, te cuenta historias o magnificas canciones saharauis. Cuando vas a llegar a casa o te diriges a cualquier otro lado, encuentras de camino a números niños que te acompañen, que quieren hablar contigo, que sin conocerte tienen un regalo para ti (un dibujo, una carta,…),… y como no, te piden Halua, la palabra mágica que significa caramelo, que cuando la aprenden en español, lo único que saben decir.


El último día es el momento más duro después de tantos días maravillosos. El peor momento es cuando te montas en el camión y ves a las familias y los niños del campamento tristes porque nos vamos.

Parto de la importancia especial que deposito en la educación, siguiendo a Paulo Freire, para cambiar el mundo.

Es una experiencia alucinante, de la que no me puedo desvincular y en la que seguiré participando siempre que pueda. Nunca olvidare cada día en tierras saharauis, los alumnos, los profesores y sobre todo mi familia.


Todos podemos aportar siempre algo.

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